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Entrevista a Carmen Escalona una artista polifacética que vive entre Coín y Mijas. Nos abre las puertas de su casa y de su corazón. Ha sido un placer poder compartir una tarde con ella y conocer de primera mano su historia y parte se su vida y obra. Una persona que aún tiene mucho que ofrecer.

¿Quién es Carmen Escalona?

Yo he sido una niña muy alegre, siempre metiéndole mano a todas las cosas, ayudándole a mi padre en el campo. Una hermana a lo mejor estaba estudiando, otra costurera, pero yo siempre estaba para coger los higos, para coger las uvas. Mi hermana me decía “tu eres un macho perico, no haces más que meterte por todos los sitios. Pero mira, aquí estoy.

Soy una ceramista que me he buscado la vida, sin enseñarme nadie. Mi padre me enseñó a leer y le doy siempre las gracias. Me gusta escribir, a mi manera, con muchas faltas de ortografía.

Pero ahora me he apuntado a un curso allí en Las Lagunas de escritura.

Yo me lo he pasado muy bien en la vida. Ahora ya con 80 años la cosa ha cambiado. Yo estoy bien de salud gracias a Dios.

Pero mi Miguel, mi marido se me ha ido, hace dos años, eso es lo peor. Me han pasado cosillas, pero como esa ninguna, eso ha sido para mi el palo más gordo.

Teníamos cada uno una moto, yo la mia se lo he regalado a mi hija y yo tengo la de él. Y todavía voy, porque íbamos a los pueblos blancos, porque nos gustaba mucho ir y quedarnos en una casita alquilada unos días o fines de semana. Y tenía él una lista de los pueblos que teníamos que visitar.

Carmen Escalona solidaria

Ayer fue al taller de lectura que hay aquí en Coín, que estábamos apuntados los dos, ya hace más de dos años que no iba. Ayer fui, me llevé a un vecinito que hay aquí que lo estoy enseñando un poco a hablar, no saben mucho en la escuela porque hace poco que vinieron. Y a la madre, me entretengo con ellos mucho. Y la madre conoce ya todas las letras. Yo estoy muy contenta (sonríe).

obras de barro de Carmen Escalona
Carmen nos muestra alguna de sus obras en barro.

¿Te tengo que preguntar que es eso de macho perico?

No, porque antes las niñas, a lo mejor yo con 14 o 15 años, yo no iba como las niñas a salir. Yo me iba con las niñas más chicas a subirnos a las higueras, buscar nidos. Y me gustaba ponerme un pantaloncillo, aunque fuese viejo de mi hermano. Porque mi madre me lo decía “tu no tiene cuidado de ná, te subes a la higuera y los niños debajo“. Y cogiendo aceitunas y todo. Y entonces ella me preparaba mi pantalón. Mis hermanas nunca se ponían pantalones.

Cuando yo me vine aquí a vivir (Coín) en los años 60, yo venía con mis pantalones, mi hermana era costurera y me los hacía. Y ya me acostumbré a ponerme pantalón y me siento mucho mejor con los pantalones, ¡más cómoda!

Yo antes lo escuchaba mucho eso de “macho perico”, me iba con las cabras. Cosa que mis hermanos mayores ya estaban trabajando y ayudaba a mi padre. A emparejar a la burra, mi hermana nunca lo hacía. Una vez que mi padre no estaba le ponía el jato al revés. Yo me fijaba mucho, es que a mi me gusta muchísimo el campo.

Su primera vez en Coín

Yo me vine aquí y lloraba porque yo estaba acostumbrada al campo y estoy en el pueblo. Pero como casi siempre nos íbamos al campo los domingos y los sábados. Y además vi la alfarería que me gustaba hacer muñequitos, hacía mis belenes.

Y por eso me gustó mucho Coín, me enamoré de él. Me tuve que ir un tiempo porque la casa se puso un poquillo vieja. Y ahorrar para ganar dinero que he estado de profesora allí en la Universidad Popular más de 20 años. Dando clases de barro, y eso nos ayudó a arreglar la casa y a vivir un poco mejor. Y ahora he vuelto a Coín de nuevo.

¿Tú eres de Mijas, de Las Lagunas?

Si, del campo de Mijas, en el cortijo Lagar Don Elías.

Cuadro del día que desalojaron a la familia de Carmen del Cortijo Lagar Don Elías
Cuadro del día que desalojaron a la familia de Carmen del Cortijo Lagar Don Elías. La niña que hay bajo el camión es ella.

¿Y cuándo empezaste con el barro?

Yo empecé allí, hay viña, la tierra es albariza, una tierra muy buena. Y y empecé allí a hacerme los belenes con 6 o 7 años. Porque entonces no había mucho dinero para comprar figuritas. Y me dice “lo mismo que tu te haces tus platitos y tus mesitas y eso, pues hazte los muñequitos“. Y ahí empecé, con 14 años ya un médico en Fuengirola, Don Manuel García Verdugo, fue mi primer cliente.

Porque que yo los hago juntos, hago figuritas, pero después hago como una casita, la Virgen, San José y siempre, siempre mi chimenea funciona. Porque en el campo por lo menos para mi familia y para mi lo más importante en invierno es el “jumero. Venía arrecía con las manos de coger aceitunas, de coger sarmientos, de trabajar tanto y con las manos que no podía hacer “ni el huevo” que le dicen. Y encontrarte y recordar aquella chimenea calentita, ponerte allí. Si los pobres no teníamos eso ¿qué íbamos a tener?. Eso y algo para comer.

Carmen Escalona nos cuenta el cambio del campo al pueblo

Yo estaba acostumbrada que era cerca de 1 km cuesta abajo donde yo tenía que ir a por el agua al pozo y sacarla. E ir aquí a la fuente y abrir el grifo, eso era una bendición, estaba estupendamente.

Yo me vine aquí (Coín) tan tranquila a tener a mis hijos. Me gustó mucho, íbamos a la Ermita, que yo no conocía nada. Yo no fui de viaje de novios, yo no tenía ganas de irme a Sevilla que mis primos me estaban esperando. Digo, “nosotros nos vamos a nuestra casita“.

La boda fue allí en el cortijo, y después pues nada nos vinimos aquella noche. Y al otro día fuimos al nacimiento, ¡oi, qué maravilla! ¡Cómo echaba agua! ¡Cómo brotaba! Eso no se me olvida, lo tengo en la mente. A mi me gustó Coín por las cosas tan bonitas que había. Las cuevas de allí de la Ermita, el río Pereilas.

manos de Carmen Escalona
Detalles de algunos de sus trabajos.

A ver Carmen Escalona, tu haces mucha cerámica pero he visto por ahí también algunos cuadros

Si, arriba tengo cuadros míos, en Coín hay una pila de personas con obras mías. Aquí en Coín las personas mayores no me conocía por Carmen Escalona, me decían “Carmen la pintora”. Yo estaba a todas horas pintando por ahí, por la Alameda con los niños todo chiquitillos y yo pintando a los viejecillos.

Y después vino Annette, que ella ya era una profesional. Pero a los abuelos les gustaba, “ay que bien, ¿cuánto vale?”. Y yo decía, ná. Y me decía toma para que compres lápices aunque sea. Me daban una peseta o lo que sea. A mi me gustaba mucho.

¿Y a parte del barro y de la pintura, también eres música?

Música autodidacta, pero a mi lo que me ha hecho más feliz es volar en ala delta.

(Aquí nos sorprendió con otra de sus pasiones y no pudimos más que disfrutar de su historia con el vuelo).

¿Dónde lo hiciste?

En los asperones en Málaga, ahora dicen que hay un cementerio por allí. A mi me gustaría ir al sitio donde yo volaba. Lo primero era un llano para enseñarte con el ala delta, nada más a tener el peso. Y después había un montecito de 90 metros y de ahí empezábamos un poquito, un poquito hasta que se volaba desde arriba.

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Pero cuando fuimos a 1000 metros, uy eso no se me olvida a mi nunca. Venía un chico joven que tendría 26 o 27 años y yo tenía cerca de 50 cuando yo hice eso. Me decían la “abuelita del vuelo”. Y cuando llegamos a Tebas, yo no se si habrán arreglado el Castillo. Porque nosotros estábamos acostumbrados al montecito. Pero cuando llegamos a Tebas, y había medio castillo quitado, toda la pared rota, y por allí había que saltar.

Y cuando el muchacho lo vio dijo ¿Juan, y por ahí hay que saltar? Le entró una cosa y de pronto dijo “yo por ahí no salto”.

Y me preguntaron, ¿y tú Carmen?. Y yo dije “si hay que saltar, se salta“. Yo estaba dispuesta aquel día a llevarme mi carnet de vuelo. Y entonces miró para arriba y dijo, mira en Cañete la Real hay un viento muy bueno a ver quién se arrepiente de allí.

Cuando llegamos a Cañete la Real, en aquellas montañas con picos como estalactitas pero no tan finas. Y yo la vi con todas las piedras, que tú vas a correr, como te resbales con un terrón de esos o una piedra… Y yo, me gustó mucho menos que el otro.

Casa Museo Carmen Escalona
Casa Museo de Carmen Escalona.

El examen de ala delta de Carmen Escalona

Preguntaron, buen, quién se va a tirar primero, y digo “¡yo!”. Yo primero, para salir de todo lo que sea. Había 7 u 8 viejecillos allí tomando el Sol y cuando me vieron que yo me iba a tirar. Viene uno con el bastoncillo y me dice “muchacha, muchacha, tú no te tires, que se tiren ellos, por favor“. Y digo, no pasa nada, yo ya me he tirado muchas veces, pero no era verdad.

Una vez que estaba todo preparado me tiré, a los pocos metros ya estaba volando. Y Juan me decía, “que yo te conozco, no te vayas a ir lejos de los caminos“. Y estaba todo lleno de girasoles, enorme todo, no había cables. Yo veía las casas muy cerca, y empecé a subir para arriba. Y cuando lo veía todo muy chiquitillo, porque antes no llevábamos altímetros, ni llevábamos nada, el arnés y mucho es. Bajaba un poquillo y luego otra vez para arriba, había unas térmicas tan buenas, se puede subir tan bien.

Y yo escuchaba, cuando yo salí, se echó el otro muchacho. Si tu vieras lo que yo escuchaba, en el mundo del ala delta tienen la boca muy. Mira esas voces, “hijo de la cabra”, “yo no se qué”, “cierra los pies que te vas a matar”. Y después pregunté ¿y este niño?. Se tiró de 1000 metros, hizo así (indicando con sus manos hacia abajo) y en un llano que había allí mismo aterrizó. ¡Y no disfrutó ná por Dios Santo! Como le dan el permiso. ¡Pero no disfrutó ná!

¿Pero al principio te tirarías con alguien en tandem?

No, no, yo sola desde primera hora, tú te enseñas a ir en un llano y en el monte de 90 metros. Y de ahí te tiras 1000 veces. Todo el mes de agosto íbamos Miguel y yo. Porque Miguel entiende más, tuvimos que hacer un cursillo de los vientos, montones de cosas.

Y cuando ya nos tirábamos desde arriba del todo, que Miguel el pobre y mi hijo que tendría 14 o 15 años cogían el ala entre los dos y la subían y yo muy campante me tiraba. Daba un poquillo de vuelo y otra vez para arriba y otra vez para abajo (risas).

Cuando Miguel me compró el ala, sin permiso mío me compró el ala de segunda mano que era para 90 kilos y yo me quedé en menos de 50.

Cuando el profesor vio el ala me dijo “Carmen, tu no vayas a coger este ala, que eso te lleva para donde quiera“. Y yo seguía probando con ellos.

Un día yo digo, yo quiero probarlo, y me fui con mi chico que tendría 4 o 5 años. Y me pongo allí en los asperones, en el monte ese. Y cuando voy a aterrizar, que mi niño se quedó allí y me gritaba “mamá, mamá”. Allí iba yo con mi ala muy campante y no podía con ella. Menos mal que allí lo más que había eran palmeras de esas del campo. Pues en lo alto de una palmera pude aterrizar.

Y el profesor me regañó, porque no se puede ir sola. Pero fue la más bonita puesta de Sol que yo vi aquella tarde y muchas más.

También me han gustado los patines, la bicicleta, las motos…

El parapente no le gusta a Carmen Escalona

Ahora me dicen amigos que viven en el Valle de Abdalajís, “Carmen vente que te voy a dar un vuelo en parapente”. Y digo “ay, yo en parapente no que parecen muñequitos, yo no quiero”.

¿Y a parte las motos?

Al que le gustaban más, todavía más que a mi era a Miguel. Miguel subirse en la moto y tirar los dos para arriba, era una alegría.

Yo le preguntaba el fin de semana, Miguel dónde vamos. “Vamos a ir al Burgo” y nos quedábamos allí. Yo siempre iba delante. Porque yo pongo el intermitente y lo dejo, lo dejo y el me pitaba. Tu quieres creer que ahora cada vez que pongo el intermitente, me acuerdo yo y no lo dejo tanto tiempo, lo tengo en la cabeza. ¡Qué feliz hemos sido!

Recuerdos y otras aficiones

Nadar me gusta mucho, irme al salir el Sol a nadar, eso para mi desde chica. Me gustaba mucho ir, como estábamos cerca a 1 km de la playa desde el cortijo pues yo me iba. Como me hice amiga de alguna gente que estaba sacando la tralla, sacando el pescado, la red.

Y allí estaba yo y los pescadores me preguntaban “¿niña tu de dónde eres? aquí todos los días mirando, ¿tú de dónde vienes?“. Y yo les decía que vivía en un cortijo de Don Elías. “¿De ahí vienes tu andando?” Y me decían, “allí hay muchas moscateles, muchas brevas y muchos higos, a ver si echas para acá algún día alguna“. Venían esmayaitos los pobres de estar toda la noche pescando.

Carmen Escalona siempre dando todo lo que tenía

Mira, me levantaba por la mañana y cogía el canastillo que tiene un garabato. Cogía le ponía unas hojitas y salía pelao para la playa. Llegaba allí, la primera vez me acuerdo, yo lo tengo pintado y escrito. Y los chiquillos salían corriendo pero el capitán les gritaba “¡Eh, ahí no se toca eh!, cuando terminemos de coger todo el pescado, ya nos comemos las brevas”. Y no se acercaba nadie al canasto.

Después cogían una breva y se la comían así (llevándose la mano a la boca), pero sin pelarla ni nada. Nosotros como teníamos tantas. Y decían “si esto es lo más bueno, el pellejo”. Mira no duraban nada, como dicen “un caramelo en la puerta de un colegio”. Cabrían a dos brevillas cada uno, porque yo no podía con más, llegaba allí sudando a chorros.

Y me decían, “¿bueno, y ahora qué?. Y yo decía, nada me voy ya. Me preguntaban “¿a tu padre le gusta el pescado, a tu gente? Digo, si, pero algunas veces va el pescador para arriba pero mi madre no tiene dinero y no le puede comprar.

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Otras veces el pescador decía “Pepa, no importa, coge el pescado que sea y cuando venga de vuelta, lo que hayas hecho, una sopa o lo que sea, como aquí en tu casa”. O le daba una papilla, un trueque.

Yo he hecho trueques con mi cerámica y con mi pintura que no te lo puedes imaginar.

Trabajando el barro
Carmen Escalona trabajando el barro para un nuevo encargo.

¿Tienes una exposición permanente en el Convento de Santa María de Coín?

Si. Y no solo eso, tengo también una obra de la gente tirando de la tralla en una vitrina que yo dejé en el hogar del jubilado de la Cala de Mijas cuando me quitaron la casa (en el Cortijo Lagar Don Elías). Porque no tenía donde ponerlo. Le pregunté al hombre si podía ponerle allí, me dijo que si. A los 20 años, el hombre se ha muerto, yo voy porque me han ofrecido una exposición en Málaga, y me dice la mujer que de allí no se lleva nadie nada que aquello es suyo.

Y en el museo que montamos con todas mis cosas, y cosas que yo busqué en el ayuntamiento viejo. Que yo he estado allí 20 años también en el museo, cuando me quité de dar clases. Me gustaba más el museo es más alegre. Y allí tengo por lo menos 20 obras. ¿No habéis estado en el Museo de Mijas? Pues yo tengo allí de obras. Tengo hasta mi boda en el cortijo. Ellos me compraron 12 obras y lo demás que tengo al menos 30, son mías. Representando la pisa de la uva, recogiendo aceitunas, vareando y en el molino, haciendo cal, haciendo sillas.

Carmen Escalona también colabora con la asociación de AFA ACOAL de Alzheimer de Coín

Colaboro también con la asociación de Alzheimer de Coín en el Hoyo de Carazony. A veces me dicen “Carmen, hoy vamos a hacer un jarrito para el día de las madres“. Y yo le doy un poco de barro a cada persona, la que puede pues va haciendo lo que puede.

¿A ti te gusta salir en todas tus obras? Representada por una niña

Me gusta, veo esas cosas y digo, por qué no me pongo yo aquí para ver esto que es muy bonito o que feo que es.

Incluso, cuando me van a comprar algo y le hago una obra a alguien y me dicen “y tu no te has puesto“. Y yo no me he acordado de ponerme. Y tengo poner aunque sea una carita ahí escondida en lo alto del tejado con algo para ponerme.

¿Es como tu firma?

Yo firmo, pero como yo empecé con el barro con 6 años por ahí. Pues siempre estoy jugando con el barro. Yo me pongo aquí y se me olvida de comer y de todo. Y yo estoy como jugando. Y termino una cosa, y pongo una niña con dos trencitas y ya estoy yo contenta.

(Carmen suele incluirse en todas sus obras en forma de niña. De hecho es una especie de firma que en algunos casos hay clientes que una vez terminada el encargo le ha hecho incluirla, como que no estaba terminado el trabajo si no aparece la niña Carmen Escalona).

(Nos enseña su versión del cuadro “Las Meninas de Velázquez“) A mi me gustó mucho, y digo “ah, pues yo me pongo con las meninas, ¿por qué no me voy a poner?, yo me escondo con mi vestido pobre“. No con los vestidos (refiriéndose al de las meninas), pero… que vestidos más bonitos.

Cuadro de las Meninas de Carmen Escalona
Carmen Escalona nos explica su versión de Las Meninas de Velázquez.

¿Tienes alguna anécdota que te gustaría compartir con nosotros?

En el Museo de Mijas me encargaban muchísimas obras, porque yo tengo allí una sala y yo estaba para enseñarle a la gente todo el museo. Y me preguntaban “¿oy, quién hace esto?”.

Vinieron unos médicos y le gustaron mucho las obras y me dijeron que querían hacer un encargo para un congreso que iba a hacer de geriatría. Y queremos algo para regalárselo a los médicos.

Y les dije yo: ¿lo hago yo?.

Me preguntaron: ¿Y usted puede hacer 40? Faltan una pila de meses, es para el año que viene.

Y digo: así si. Entonces lo hice.

¿Dónde podemos encontrar obras de Carmen Escalona?

Ahora porque está clausurado esto (refiriéndose al Convento de Santa María que está en obras), pero aquí tengo una sala. También tengo obras en la oficina de turismo de Coín. En Mijas Pueblo en la Casa Museo (Antiguo Ayuntamiento).

¿En turismo hay otra sala de Carmen Escalona?

Si, está mi plaza de toros y la era trillando el trigo.

¿Hay algo que se me haya olvidado? Algo que quieras compartir con la gente

Yo siempre he sido muy inquieta. Si tuviese una casita en el campo estaría todas las noches escuchando a los mochuelos por la noche, viendo las estrellas. Nosotros nos íbamos Miguel y yo casi todas las noches a escuchar el concierto. Y mi hija vino y me dijo ¿al concierto? Y yo le dije si al concierto, ahí más arriba. Vamos para allá, a la vera del río, y estaban las ranas, lo grillos, la luna reflejada en el río y todo tan bonito. El borrico que sonaba por allí, el cencerro y para mi esos sonidos son los más bonitos del mundo. Y ahí ves tu a Dios, no hay que ir a la iglesia, ahí ves la naturaleza y ves todo tan bonito.

la mirada de la artista
Su mirada lo dice todo.

Y esto es lo que dio de si una tarde muy amena y divertida en la que compartimos muchos recuerdos y momentos vividos con Carmen Escalona. Una figura muy importante dentro de la historia del arte y cultura de Coín y Mijas.

Fotos de Fran Alfonseca.

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Juan Antonio

Apasionado del marketing digital y el SEO, soy redactor en la Revista Valle del Guadalhorce Magazine, donde impulso la publicidad y promoción de negocios locales. Diseñador web y creador de tiendas online, también ofrezco servicios de posicionamiento web a través de Diseño Web Coín, ayudando a empresas a destacar en el mundo digital. Andaluz de corazón y comprometido con la comarca, trato de combinar mi amor por el Valle del Guadalhorce con la experiencia en marketing. Conoce mi trabajo en mis redes sociales y no dudes en pedir consejos de SEO y diseño web.

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