En primavera, las abejas no solo trabajan en silencio entre las flores del Valle del Guadalhorce. A veces, ocurre algo mágico llamado enjambrazón: cuando una colmena se vuelve demasiado grande, una parte de las abejas y su nueva reina salen en busca de un nuevo hogar.

Ver un enjambre en vuelo es como presenciar un pequeño río dorado flotando en el aire: un latido vivo de la primavera.

Desde tiempos remotos, las abejas han sido símbolo de riqueza, vida y unión entre los pueblos. Los comerciantes fenicios, que llegaban cada primavera desde la costa de Malaka, seguían el curso del río Guadalhorce hacia el interior, llevando consigo tesoros, especias… y quién sabe si también leyendas.

Inspirada por sus viajes y por el zumbido eterno de la primavera, nace esta historia.

La leyenda de Elissa y el enjambrazón

En tiempos remotos, un príncipe del Valle se enamoró de la hija de un comerciante fenicio de Malaka. Desde niño la amaba, pero pocas veces la veía, pues ella viajaba con su padre por lugares remotos.

Una primavera, los comerciantes llegaron al Valle, como cada año, siguiendo el curso del Guadalhorce. Traían tejidos, perfumes y vasijas de lejanas tierras. Entre ellos estaba el padre de su amada, Elissa.

El rey del Valle, al verlos llegar, llamó en audiencia al comerciante para pedir la mano de Elissa para su hijo.

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Pero Elissa era una joven independiente y fuerte. Sabía navegar, dormir a la intemperie, e incluso se decía que montaba enormes elefantes como una exótica jinete.

El comerciante temía que su hija fuera infeliz si renunciaba a su vida de viajes y aventuras.

En la audiencia, Elissa deslumbró con su belleza y sorprendió a todos por su indumentaria masculina. Al ver al príncipe, lo reconoció como el amigo de su infancia. Ambos se miraron y todos supieron que se correspondían.

Entonces, Elissa pidió la palabra:

—Traigo un regalo a Su Majestad.

Abriendo su capa, reveló un enjambrazón que guardaba junto a su cuerpo.

Todos se asustaron y los guardias iban a detenerla.

—Esperad —dijo el príncipe—. Si lo ha traído, escuchémosla, padre.

Ella habló:

—En reinos como el de Granada, las flores dan a las abejas el rico cáliz de su vida. Os traigo una familia de abejas que vivirá aquí y traerá riqueza a vuestro reino. Con este regalo, quiero expresar que mi clan de comerciantes se asentará en las costas de Malaka para siempre y que acepto por esposo a mi amado príncipe desde la niñez.

Como regalo de bodas, los comerciantes trajeron los primeros olivos y viñas al fértil Valle.

Texto e imagen: Clara Belén Gómez.

En Instagram: @clarabelengomez y @clara_microcuentos

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Clara Belén Gómez

Artista plástica y digital. Le apasiona explorar el arte a través de la pintura y de la creación literaria. Su trabajo combina técnicas tradicionales y digitales, siempre con una mirada poética hacia los pequeños detalles.

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